Ya está aquí la primavera, tanto el clima como los animales dan muestras de ello. Antes de Semana Santa decidí visitar uno de los sitios mas idílicos para el fotógrafo de naturaleza, donde se pueden conseguir grandes imágenes de paisajes, fauna y macros. Un sitio no sólo apreciado por fotógrafos, sino también por naturalistas. Hablo del Delta de Ebro, ese lugar que cada vez que lo visito acabo descubriendo nuevos sitios que me hacen querer volver una y otra vez.
Nos esperaban dos horas de viaje en coche y un fin de semana con muchas ganas y con muchas expectativas. A pocos kilómetros de nuestra llegada ya presentía que el tiempo no acompañaría. Así fue, pues las ráfagas de viento no hacían que salir a fotografiar fuese seguro, sobretodo cerca del agua.
Así pues, aquella mañana decidimos no ir a ninguna de las localizaciones que teníamos planeadas y directamente comenzamos el día con avistamiento de aves.
Una de las aves que más disfrutamos fue la Gaviota de Audouin, entre una multitud de Patiamarillas y Reidoras. La sorpresa de la mañana, totalmente inesperada, fue un Búho Campestre que salió de la arena a pocos metros de nosotros, al cual seguimos hasta asegurarnos de qué especie era. No pudimos sacar mas que una fotografía poco más que testimonial pero nos quedamos con la satisfacción de haber visto esta rapaz tan bonita.
Dado que el fuerte viento complicaba fotografiar aves, decidimos pasar a explorar las tierras del Ebro recorriendo diferentes caminos y revisando localizaciones para aprovechar el amanecer del día siguiente.
Durante el camino pudimos ver muchas de las aves frecuentes en el Delta, varias especies de Garza, Aguiluchos laguneros, Gaviotas Reidoras que empezaban con cortejos, Moritos y algún Martín Pescador que se dejaba ver a lo lejos.
No podía faltar una parada en la «Llacuna de la Tancada» donde los Flamencos se dejaban ver relativamente cerca.
Tras una parada para comer, seguimos el camino por los arrozales, y tuvimos la suerte de observar cómo un Halcón Peregrino acosaba a un Aguilucho lagunero, saliendo vencedor el primero. Sin embargo, el triunfo no le duró mucho, ya que una Gaviota Patiamarilla consiguió echarlo del territorio ganado.
Se acercaba el atardecer, y con tanto viento y tan pocas nubes, no habíamos planeado ningún lugar concreto para fotografiar ningún atardecer. En cambio, a lo largo del camino mejoró la cosa, y corriendo tomamos dirección a una localización idónea para la puesta de sol.
A pesar del viento, el día resultó provechoso, y aún nos quedaba una jornada más…